Braulio Muñoz: The Peruvian Notebooks (a novel)
The University of Arizona Press, Tucson, Arizona, EE.UU., 2006 (271 pp.)
Se escribe mucho, en estos años, sobre inmigrantes «ilegales», «mojados», obviamente por los ingentes mares de gente que, especial pero no exclusivamente desde el sur, vienen hacia el norte. Los nortes: Europa y Estados Unidos reciben grandes cantidades de inmigrantes, con papeles y sin ellos. Imperfectos cálculos sugieren que hay unos once millones de inmigrantes no autorizados viviendo en Estados Unidos, aumentando en unas 700,000 personas por año, cantidad algo menor a la del último lustro del milenio pasado, cuando alcanzó quizá a 800,000 por año: 57 por ciento mexicanos, 24 por ciento de otros países latinoamericanos.
¿Y cómo era la cosa hace treinta años? Los inmigrantes, en su gran mayoría, venían con los papeles en regla: unos 650,000 al año (número bastante estable que sólo recientemente ha disminuido un poco). En los años setenta, el número de no documentados aumentaba en quizá unos cien mil por año: una gota de agua que tendía probablemente a diluirse principalmente en las grandes ciudades estadounidenses.
Hace treinta años, otras aguas corrían en el río Rímac y en el río Bravo y en el río Grande. Los pioneros eran pocos: la novela The Peruvian Notebooks, de Braulio Muñoz, cuenta la historia del limeño Antonio Alday Gutiérrez, que entró en 1973 a vadear el Río Bravo para salir del Río Grande y empezar desde cero a reinventarse como Anthony Allday. Algo terrible se anuncia en la segunda página: Alday, residente de Lima, condado de Delaware, estado de Pensilvania, ha asesinado a alguien y a su propio sueño de ser, definitivamente, Anthony Allday.
La novela tiene dos líneas narrativas principales que confluirán en el momento del anunciado acto fatal, cuya naturaleza no se revela hasta el final. Por un lado, está la juventud familiar de Alday, salido de la temible zona de Tacora, que en la Lima peruana de los 70 era una de las áreas comerciales más temidas de la capital, especializada en la venta de artículos usados —muchos, robados— y rodeada de toda laya de gente «de dudoso vivir», como dice el lugar común. En suma, un sitio hecho a la medida para huir.
La otra línea muestra la vida de Allday en los Estados Unidos, incluyendo su paso bautismal por el río de la frontera, y sendas estadías en la tejana Houston, New Bedford en el estado de Massachussets y la ciudad de Filadelfia, para por fin afincarse en la pequeñísima (menos de 4,000 habitantes) Lima de Pensilvania, donde consigue trabajo estable como guachimán nocturno en un centro comercial.
Quisiera el protagonista que las aguas del río fronterizo hubieran diluido sus recuerdos y disuelto para siempre los lazos de la identidad original, y ése es el libro. Los esfuerzos de Antonio Alday Gutiérrez por llegar a ser Anthony Allday son futiles y conmovedores a la vez, yendo desde su bastante exitosa eliminación del acento hasta su invención de dos personajes al gusto del cliente: por un lado, sus parientes en el Perú creen que es un empresario de éxito y de mucho dinero, mientras que sus contados amigos estadounidenses suponen que viene de una «buena familia» peruana. La lucha entre Alday y Allday se revela mejor en los fragmentos de los cuadernos que el protagonista —que, sin mucha convicción, quisiera ser escritor— escribe entre 1983 y 1994 y que dan título al libro. De Lima a Lima (pronúnciese ésta «laima»), el círculo de la identidad y el desarraigo tiene el color de la soledad y la dictadura de un personaje casi palpable que el inmigrante trajo de Tacora: el Azar —así, en castellano—, que pareciera esmerarse en juntar las dos vidas del protagonista.
Muñoz incluye en la narración frecuentes modismos peruanos y particularmente limeños, traducidos al paso para beneficio del lector anglohablante, pero que tienen la virtud adicional de revelar mucho de la idiosincrasia del protagonista y de la permanencia, ineludible, de su identidad original. Trabajo novedoso, en suma, probablemente imprescindible para los emigrados... que lean inglés. (La versión en castellano está en camino.)
Domingo Martínez
domingomartinez@ciberayllu.com