Ensayos

Ciberayllu
1 noviembre, 2007

Ciberayllu: diez… ¡once! inciertos años, y otros datos inconfesables*

La experiencia de una publicación pionera de literatura y humanidades en la Internet

Domingo Martínez Castilla

Ciberayllu (ciberayllu.org), publicación de literatura y humanidades, apareció en la World Wide Web en 19961. El propósito de este documento es resumir lo que se ha aprendido en este periodo de descubrimiento y evolución, con la esperanza de que pueda contribuir al desarrollo y al éxito de otras publicaciones. Rogamos al lector no leer este texto como una oda a lo logrado, sino como una forma de compartir esta experiencia. Por su amistad y su desinterés, no se puede escribir sobre Ciberayllu sin tener presentes a quienes han escrito y escriben en sus páginas.

 

Antecedentes

Hace poco más de once años, en una lista de correo que agrupaba a unos treinta amigos peruanos, casi todos ellos metidos al malo pero imprescindible negocio de escribir, al menos libresco de ellos se le ocurrió la idea de empezar una revista utilizando el entonces muy novedoso medio de la Internet, en particular la llamada World Wide Web.

La idea de comunicación instantánea y universal era un asunto emocionante, casi fabuloso. Heredera de un linaje complejo que incluye como ancestros al Pentágono estadounidense, a universidades de todo el mundo y a centros de investigación avanzada, la web había sido concebida a principios de los años 90, en el Centro Europeo de Investigaciones Nucleares (CERN), en Ginebra, con el objetivo de facilitar la cooperación entre gente de ciencia  y entre las enormes computadoras de la época. Al hacerse público este proyecto de colaboración científica hace casi exactamente una década y media —la web será quinceañera en unas semanas más, jovencita y volátil—, había en el mundo un total de veintiséis servidores web2. A mediados de 1994, a quien esto escribe le tocó la suerte de tener acceso a la red de una universidad en Estados Unidos y, por pura curiosidad y diletantismo tecnológico, «armar» un servidor web, cuando apenas había, quizás, unos 3,000 en todo el mundo.

Las verdaderas revoluciones —aquellas que se desarrollan en un ambiente propicio para el cambio— son muy rápidas y hacen olvidar el pasado con gran facilidad: ése es el caso de la revolución de la información que ha cambiado tanto al mundo, tan pronta y definitivamente que se nos hace hoy imposible concebirlo sin correo electrónico, o mensajes instantáneos, o sabiduría disponible al clic de un ratón (antes, los ratones chillaban o roían)... o, por supuesto, Ciberayllu... y otras incontables revistas, blogs, boletines, diarios, suplementos y nuevas formas de comunicación que se siguen inventando y, muchas, desapareciendo.  Ciberayllu entró temprano a este mundo cambiante.

¿Qué es Ciberayllu?

Es una publicación, cuya falta de definición es manifiesta en su falso lema: «Sospechosa publicación de periodicidad dudosa y de propósitos difícilmente confesables». Lo de la periodicidad se discutirá más adelante. En cuanto a los propósitos, éstos son inconfesables porque no hubo una clara declaración de objetivos. Al principio, se trató simplemente de constituir un medio para difundir los escritos de los miembros de la lista mencionada más arriba. Muy pronto, más o menos en grupo, se decidió combinar esos escritos con colaboraciones no solicitadas. Poco a poco, Ciberayllu fue tomando su forma —si tiene alguna— definitiva. Si se insiste con los propósitos, se puede confesar, bajo presión, que la difusión del pensamiento crítico y la buena literatura están a la cabeza de los motivos que mantienen viva esta revista. Y una parte de lo inconfesable, sin duda, es la urgencia personal de sentir, ingenuamente, que uno no se fue del país, que uno sigue siendo parte de él.

A continuación, un resumen de características del Ciberayllu de hogaño, algunas de ellas poco convencionales:

 

Ciberayllu: puntos a favor y en contra

En estos más de diez años, algunas cosas se ha aprendido. Lo primero, que es posible sobrevivir por más de diez años, y seguir creciendo en audiencia; y no sólo eso, sino que, incluso al querer retirarse —como pretendí hacerlo en el día de todos los santos del 2006— a uno le ordenan, casi con dulzura, a seguir sobreviviendo.  Luego de dos meses de dudas, presiones, afectos y piquetes emocionales, Ciberayllu volvió a aparecer al empezar el año 2007, pero como una publicación no sólo renovada, sino nueva.  Los archivos quedan para consulta, pero el nuevo Ciberayllu va a ir construyéndose poco a poco, como lo hizo el hermano mayor hace más de una década: nuevos autores, nuevas estadísticas y nuevo diseño (es un decir...).

Lo que sigue son unas pocas características de Ciberayllu —algunas ya mencionadas líneas arriba—, y cómo estas características tienen consecuencias, positivas y negativas, que pueden ser de interés para quienes tienen o piensan tener publicaciones en este mundo globalizado.  No vaya a creer el lector que las características buenas de Ciberayllu se hayan dado como resultado de un plan maestro;  por el contrario, se fue descubriendo, a veces con sorpresa, las cosas que funcionaban bien; y las que no, pues se cambiaban.

Contenido. En revistas de papel, de Internet, o en los cantos de aravicos y trovadores, lo primero y, de lejos, lo más importante, es el contenido. El trabajo de los escritores tendrá a su servicio todo lo demás: por eso se llaman «medios». En Ciberayllu, el contenido vino inicialmente de un grupo de amigos escritores y científicos sociales pero, con el tiempo, se pasó a depender, casi exclusivamente, de material no solicitado proveniente de otros escritores, casi todos sin una relación previa con el editor, lo que se tradujo, por un lado, en un grupo variopinto de autores de todas las latitudes; y, por otro lado, en la verdadera remuneración para el escriba de estas líneas: muchas nuevas e interesantísimas amistades —casi siempre epistolares— que de otra forma no hubiera sido posible establecer.

Antigüedad. Vayamos a la edad, que es la única característica de Ciberayllu que muy pocas publicaciones de Internet pueden reproducir (Letralia es otra). En la red global, esto tiene mucho peso, mucho más de lo que el lector casual pueda entender, y no es fácil explicarlo sin dar una disertación de cómo se asigna el peso específico a los recursos de la red global. Por ahora, el lector debe confiar en el escriba: persistencia es un factor fundamental en el peso relativo de un recurso de la web. ¿Tendrá esta antigüedad el mismo peso dentro de una o dos décadas? No es posible responder a esto en un medio como la web, donde todo evoluciona con enorme rapidez.

Cuando aparecieron Ciberayllu, Letralia, y otras publicaciones mal llamadas «virtuales» en español, el número de sitios en la web empezaba un notable crecimiento. A mediados de 1996, habría ya unos 300,000 sitios web en el mundo3 . Sin endosar el anacrónico «antigüedad es clase», en la web la persistencia es importante: hace diez años, uno «navegaba» o «surfeaba» por la red, haciendo una especie de turismo informático improvisado y a la deriva, que hoy ya no se practica tanto. La gente «caía» en un sitio web, y las probabilidades de que alguien visitara un sitio eran relativamente grandes, siempre y cuando uno tuviera los enlaces adecuados. Era importante, igualmente, aparecer en las «listas de recursos» y en las «bibliotecas virtuales» que pretendían organizar la web.4 Esas listas, si bien poco visitadas hoy en día, tuvieron y aún tienen mucha influencia en el peso que se asigna a los sitios web en el mundo.

El primero de noviembre pasado, coincidiendo con el décimo aniversario de Ciberayllu, se anunciaba que el número de sitios había llegado a cien millones5. Esto significa que hoy es prácticamente imposible empezar un sitio web con la esperanza de que los lectores lo encuentren de casualidad. Antigüedad no es clase, pero sí da peso y cierto prestigio, bien ganado o no.

Nombre. ¿Ciberayllu? El nombre es casi impronunciable y definitivamente imposible de deletrear para la mayor parte de la gente. De haberlo pensado bien, en 1996 hubiéramos comprado el sitio web «revista.com» o algo así de simple. Pero Ciberayllu fue y como Ciberayllu se quedó. Es imposible saber cuántos lectores se ha perdido por escoger ese nombre complicado y francamente extraño. Hoy no hay forma de cambiar el nombre sin arriesgar lo logrado por esa importante antigüedad.

Renovación. Muy temprano, probablemente al principio de 1997, se hizo evidente que, careciendo de ninguna organización vertical, horizontal o diagonal, no tenía mucho sentido proponerse publicar «números» como se hace en la mayor parte de las revistas (dicho sea de paso, no son raras las revistas literarias y humanísticas —algunas de extraordinaria calidad, las más no tanto— a cuyo debut suele seguir un casi inmediato y triste canto del cisne). De ahí salió lo de «periodicidad dudosa». Como la publicación ya dependía de la buena voluntad de los colaboradores y del tiempo disponible del editor, se optó por añadir los escritos conforme vinieran llegando y conforme hubiera tiempo de leerlos, seleccionarlos y editarlos. Esto causó que la portada se renovara con más frecuencia que publicaciones convencionales que salen en «números»: de pura casualidad, se había hecho que Ciberayllu adoptara una característica que hoy se considera imprescindible para un buen sitio de la Internet: renovación constante. Resulta que los llamados motores de búsqueda, que estaban en pañales al aparecer esta publicación, ponen hoy mucho peso en recursos informativos que se renuevan con frecuencia. Si al lector esteta le atrae un hermoso diseño de la página principal, a los motores de búsqueda sólo les importa texto, texto, y más texto y, si una página se renueva, será visitada con más frecuencia por los googles y los yahoos del mundo, y eso es cosa buena. Creo que si algún mérito hay en esto, es el haber persistido más de diez años añadiendo constantemente material y por lo tanto renovando el portal.

Nota al margen: hace unos dos o tres años, un blogger ecuatoriano6 lanzó la hipótesis de que Ciberayllu habría sido la primera bitácora en español, por la característica de añadir material regularmente y poner primero el material más reciente. Pero hay diferencias obvias con las bitácoras o blogs: Ciberayllu tiene índices temáticos, solía tener editoriales y, sobre todo, el material escrito por unos doscientos autores es mucho más abundante que lo escrito por el editor.  Los blogs, por otro lado, suelen caracterizarse por el lugar prominente que tienen los puntos de vista del blogger a cargo del contenido.

Consistencia. O inercia. Dependiendo del cristal con que se mire las cosas, uno puede llamar a la resistencia al cambio con un nombre técnico: «efecto del legado». Se quiere decir con esto que, incluso cuando se tiene un modelo mejor de hacer las cosas, uno tiene que respetar las costumbres de los usuarios y la infraestructura existente. Por ejemplo, los diseños de automóviles, si bien cambian mucho en la forma en la que operan los mecanismos internos, respetan mucho el sistema de control: timones, frenos, embragues, aceleradores, todos están en los mismos sitios. En resumen, una vez que el lector se habitúa a un formato y a una presentación, hay que tener mucho cuidado al cambiarlos, pues se podría desorientar a los lectores. En el caso de Ciberayllu, se buscó siempre dar al lector múltiples vías de acceso: la portada, un índice completo, índices de secciones y servicio de búsqueda.  El lector se habitúa al sistema, y eso hay que respetarlo.

Promoción. La web se ha ido convirtiendo de un medio pasivo (a donde los visitantes «llegaban» gracias a los enlaces en otros sitios), en un recurso a donde la gente va a buscar información. Por ejemplo, de las visitas recibidas por ciberayllu.org en lo que va de este año (no se incluye en este conteo material de archivo de la primera década), casi el 60 por ciento proviene de accesos directos o de «favoritos», 32 por ciento de motores de búsqueda, y apenas un ocho por ciento de enlaces en otros sitios, que es el principal origen de visitantes casuales. No quiere decir esto que se pueda descuidar los enlaces, pues es sabido que uno de esos criterios de valoración es precisamente el tener enlaces en sitios de prestigio.7 No obstante, de estos números se concluye que la activa promoción de Ciberayllu es la principal fuente de sus lectores visitantes. En general, es importante conocer el funcionamiento de los motores de búsqueda y diseñar el medio para que tenga un buen ranking de acuerdo a los criterios de valoración utilizados por aquéllos.

Mediciones. ¿Cómo saber si el esfuerzo realizado valió y sigue valiendo la pena? La Internet es un mecanismo no sólo de difusión de información, sino de registro de usuarios. Si se tiene las herramientas adecuadas, es posible saber con mucho detalle no sólo cuántos visitantes tiene cada página publicada, sino también los lugares de origen, los mecanismos y rutas de llegada. Toda esa información es valiosa y todo recurso que se ofrezca en la Internet se puede beneficiar enormemente de la comprensión de estos procesos.8

 

A modo de conclusión

En general, además de la idoneidad del contenido, el éxito relativo de una publicación requiere de una comprensión  detallada del medio que se utiliza, así como de los mecanismos de difusión específicos a dicho medio.  Una publicación en papel precisa de un  conocimiento cabal de la distribución de libros y revistas, de un diseño que permita una lectura placentera y del sistema de promoción y propaganda.  En la Internet, hay también que aprender algunas cosas invisibles, como códigos «meta», palabras clave, navegación consistente y muchos otros factores que no necesariamente tiene que dominar un escritor, por más bueno que sea con  la retórica y la intertextualidad.

Con las dificultades inherentes en tratar de resumir más de diez años en cuatro páginas, son sin duda muchas más las preguntas que las respuestas que este documento pudiera suscitar. Se ha intentado compartir una experiencia con el único propósito —totalmente confesable, en este caso— de contribuir a que otros medios incrementen la oferta intelectual y la hagan llegar a la mayor cantidad posible de lectores.

* * *


Notas

* Una versión de este trabajo se presentó en el encuentro subregional «Kipus: el descubrimiento de las revistas andinas». Universidad Andina Simón Bolívar, Quito, 12-14 de septiembre del 2007

1 Véase la portada inicial de Ciberayllu , del primer día de noviembre de 1996: http://www.andes.missouri.edu/andes/CiberaylluPrincipe.html.

2 Los archivos históricos de la WWW original están en: http://www.w3.org/History.html

3 Estadísticas precisas no son el propósito de este documento. La BBC proporciona una buena vista panorámica de la evolución de la web hasta agosto del 2006 en http://news.bbc.co.uk/2/hi/technology/5243862.stm. Netcraft también proporciona buena información: http://news.netcraft.com/.

4 El ejemplo más antiguo es The WWW Virtual Library, http://vlib.org.    Por otro lado, «Yahoo» inició su existencia como un listado de sitios web, que aún existe.

7 Los motores de búsqueda (Google, Yahoo, MSN Live y otros), utilizando formas complejas y por lo general muy celosamente guardadas,  asignan un valor numérico a cada página de la web.  Cuando un usuario hace una búsqueda, los enlaces que aparecen primero en la lista de resultados son los de sitios web que tienen un ranking más alto. Hacia el final de la primera década de Ciberayllu, a mediados del 2006, ésta alcanzó un ranking de 6 sobre un máximo de diez.  Después de una breve baja a fines del 2006, el ránking se ha recuperado a su valor actual de 5.

8 Como un ejemplo de información cuantitativa, véase el resumen estadístico de las visitas a Ciberayllu en su primera década, cuando se sobrepasó las cien mil visitas mensuales, sirviendo un máximo de más de 900,000 páginas en mayo del 2006, sobre un universo de más de 700 artículos publicados.  El nuevo Ciberayllu, con sólo 35 trabajos publicados en lo que va del año 2007 (enero-fines de octubre), está recibiendo algo más 5,000 visitas mensuales, sirviendo cerca de 10,000 páginas, lo que muestra que el ritmo de lectores por página publicada se sigue manteniendo.

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© 2007, Domingo Martínez Castilla
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Cita bibliográfica sugerida para este documento:

Martínez Castilla, Domingo: «Ciberayllu: diez… ¡once! inciertos años, y otros datos inconfesables» , en Ciberayllu [en línea]

731 / Actualizado: 23.10.2008