Binari 3
Amaneces…
amaneces y despiertas
como el sol más fértil
en verano.
La vida es una sola
y tu presencia me rebasa
más allá del tiempo y de su hartazgo
en la soledad de estos vagones.
El tren no avanza,
y en la lentitud de este paisaje
tu fuego entero resplandece
entre los límites de esta hierba
y su monotonía.
Mañana estarás más lejos
y en mis oídos resuena
el cansancio de los montes,
y un olor a comida casera
me recuerda que te amo
por sobre todas las cosas.
Pero callas,
y en la oscuridad
tus ojos son dos soles
que la tierra
—hambrienta—
ya devora.
Ahora es viernes,
y febrero está vacío
al igual que este tren
que nos lleva hacia Florencia,
mientras duerme mi cabeza
en la inmensidad de tu regazo.
Caracas, 15 de febrero de 2007
Roma
Roma llueve,
y en el aire un perfume de raíces
nos descubre el murmullo seco
de sus fuentes.
La Tierra calla
y la tarde cede en el silencio
de esta fría llovizna de verano,
y te busco a ti, dormida,
debajo de este minúsculo paraguas
en el tedio de un camino
viejo y empedrado.
Pero anochece...
y a tu lado
la luna es tan solo un astro
que ilumina sin pasión,
y la vida es esa misma vida
que se pierde como el eco triste
de esta lluvia
que no para de mojarnos.
Lima, 17 de abril de 2007