Un fantasma recorre América Latina. Otro más, aparte de los que ya sabemos, que viene esta vez de la mano —o de la boca— de una abrumadora cantidad de gente, liderada por políticos y periodistas de las variedades radial y televisiva, quienes en los últimos tres o cuatro años han convertido a la antiquísima y grequísima palabra «tema» (θέμα) en una suerte de comodín semántico de alcances aparentemente inagotables.
En su acepción más común y simple, tema es simplemente asunto. Otras formas de uso general son el tema musical, los temas de un libro de texto o de una tesis, y paremos de contar.1
Pero la palabrilla parece genéticamente predispuesta a multiplicar sus significados. Un ejemplo personal: en mi infancia, las tareas escolares consistían por lo general en hacer investigación multimedia (papel blanco, papel rayado, recortes de papel ilustrado, lápices de colores y manchas y pegotes de múltiple origen orgánico) sobre algún asunto particular al que se llamaba, apropiadamente, tema; así, de muy niño, supimos muchos hacer una investigación muy cabal acerca de lo que escribiera la querida maestra en la pizarra —de piedra pizarra, en esos tiempos: no de madera pintada—: «Tema: La vaca». El asunto es que, como aún no conocíamos la muy árabe palabra tarea, cada vez que nos asignaban trabajo, decíamos cosas como «hay tema para mañana». Ese uso desapareció tan pronto como superamos el tercer año de primaria, pero esa anécdota infantil pareciera indicar que la palabra en cuestión estuviera inherentemente preñada de otros significados esperando mejores condiciones para explotar en un volcán polisémico.
Polisemia y homonimia
Para el lector que no tiene cerca un manual de términos lingüísticos, vale la pena una pausa para explicar brevemente la polisemia. Si bien hay tratados sobre este tema, la definición del diccionario es muy simple y aparentemente precisa:
polisemia.(De poli-1 y el gr. σῆμα, significado).
1. f. Ling. Pluralidad de significados de una palabra o de cualquier signo lingüístico.
Pero puede haber una lógica confusión con homonimia, si uno se atiene al diccionario, que define a ésta por el adjetivo (la segunda acepción es la que nos interesa):
homónimo, ma. (Del lat. homonymus, y este del gr. Ὁμώνυμος.
2. adj. Ling. Dicho de una palabra: Que, siendo igual que otra en la forma, tiene distinta significación; p. ej., Tarifa, ciudad, y tarifa de precios. U. t. c. s. m.
No siendo un tratado de lingüística, el diccionario no indica cuál es la diferencia entre ambos conceptos, lo que no viene mucho al caso de este Guachimán, pero lo soltamos de todas maneras: la polisemia se refiere a significados que un término va adquiriendo con el uso: por ejemplo, la palabra «cabeza» que significa muchas cosas: una parte del cuerpo, la parte superior de muchos objetos, persona que gobierna, unidad de conteo en ganadería, y varias más: todas estas formas se derivan —por uso— de la parte superior del cuerpo, pero tienen sin duda un mismo origen.
La homonimia, por otro lado, se refiere a palabras que tienen significados y también orígenes distintos. Por ejemplo, la palabra «papa» puede representar al señor jefe de la religión católica —llamado, también, de acuerdo a la docta señora Moliner: el apostólico, beatísimo, beatitud, cabeza de la iglesia, jerarca, padre santo, santo padre, pontífice, romano pontífice, sumo pontífice, su santidad, vicario de Dios, vicario de Jesucristo, vicecristo, vicediós— (del griego πάππας); al tubérculo andino Solanum sp., que es parte fundamental de la dieta de este escriba (del quechua papa); o a una sopita muy digestible (del latín pappa) que se suele administrar a niños en destete.
Si bien hay casos en los que no se puede discernir con claridad la diferencia entre homonimia y polisemia (por ejemplo el gentilicio y adjetivo china referido a todo lo que viene del país asiático, y la china —de origen quechua— que se ve tan linda con su pollera en el carnaval andino), una forma general de saber cuál es cuál es que, en los buenos diccionarios, los términos homónimos aparecen en entradas separadas, mientras que los polisémicos se agrupan en una misma entrada.
Volviendo al tema...
El tema es que la palabra «tema» se ha vuelto un tema2. Por un lado, ha remplazado en la fabla popular a muchas otras palabras perfectamente saludables como, por ejemplo: asunto, problema, dificultad, dimensión, industria, servicio, actividad, posibilidad, programa, cosa, obligación, iniciativa, ángulo, característica, peculiaridad, rasgo, acontecimiento... y muchas más. La potencia polisémica de «tema» es tan grande que hasta se mete en lugares donde ninguna palabra hace falta: no hablamos de que haya devenido muletilla, sino que aparece en lugares donde no hace falta sustantivo alguno, como se verá en varios ejemplos.
¿Y de dónde vino esta costumbre de usar «tema» como comodín lingüístico? A este distraído guachimán le parece haber escuchado hace bastantes años, desde por lo menos los 80 del siglo pasado, principalmente en boca de amigos argentinos, la expresión «¡Eso se ha vuelto un tema!» y también probablemente «Fulano es un tema». En ambos casos, la palabreja remplaza más o menos a «problema». Hace un par de años, visitando el Perú y Chile, el uso de «tema» en ese sentido era ya muy común en ambos países.
Pero lo que en el 2005 , y mucho más este año 2007, llamó la atención al guachimán, es la literal explosión polisémica de la palabra en Ecuador, Perú, Chile y, obviamente, Argentina: «tema» es, sin duda, un buen tema para el regreso del muy reclamado guachimán. Hay que anotar, de partida, que este abrumador uso de «tema» está (casi) limitado al lenguaje hablado. Cuando aparece por escrito, es (casi) solamente en entrevistas, lo que confirma el uso predominantemente oral. Comentaristas de televisión y radio le tienen mucho cariño, al igual que empresarios y comerciantes reunidos en cafés y restaurantes, oficinistas y banqueros, políticos —¡oh, sí, políticos!— que se ocupan, bueno, de tantos temas distintos.
Pequeña muestra
Sin mencionar a los santos, los siguientes son algunos ejemplos del milagro de la multiplicación infinita de los significados de «tema», algunos de ellos glosados por el intolerante guachimán.
- Un cronista peruano de muy buena pluma y mejores décimas, incluye esta frase en uno de sus escritos difundidos por la Internet: «En tal sentido es significativo que Michelle Bachelet anunciara el envío de una carta bastante áspera a Kirschner (con respecto al tema del precio del gas que Argentina le vende a Chile)». [Se puede prescindir de «tema del».]
- En una entrevista en la revista Capital, de Santiago de Chile, a un conocido ex-pluriministro peruano de las últimas décadas:
Ministro: «viene el tema Montesinos, los videos, un desastre…» [escándalo]
[...] Ministro: «Pero a nivel de opinión pública [la extradición de Fujimori] no es un gran tema.» [no es de gran interés]
[...] Entrevistadora: «¿Y el tema limítrofe?» [asunto] - En la misma revista Capital, el director de un conocido diario limeño responde a una pregunta acerca de los inacabables problemas limítrofes entre Perú y Chile, con la siguiente joya:
«Hay medios que sí lo usan y el tema Chile te hace subir las ventas, lo cual te da una indicación de que el tema para la gente es un tema caliente.» [El guachimán acá se rinde como caballero que no es: «tema Chile» es otro ejemplo de síntesis notable, que esconde casi 130 años de historia.] - Un funcionario de la iniciativa que quiere dar una computadora portátil a cada niño decía en un conocido canal internacional de noticias: «Varias empresas se han unido al tema» [iniciativa, programa]
- En el mismo canal, en un programa de negocios: «Es la crítica que se le hace al tema de las visas H-1B» [bórrese «tema» y archívese].
- En la televisión ecuatoriana se oyó hace poco: «El Ecuador es el país que tiene el tema del egoísmo y del individualismo» [característica, pero ni hablando bien convence el locutor al guachimán]
- Y en el mismo canal, una importante dirigente del Parlamento Andino decía: «Pasaron los temas que todos sabemos» [acontecimientos]
- En un programa de jardinería en la televisión argentina, el locutor dice, cerrando una serie de recomendaciones: «Recuerde el tema de la limpieza de las hojas», significando «No se olvide de limpiar las hojas». [«el tema de la» remplaza a... ¡nada!]
- En una emisora chilena de radio: «combatir el tema del tráfico de drogas» ; y, un instante después: «para enfrentar este tema» [¿Cómo se combate un tema? ¿con un anatema?)
- En la televisión argentina, respecto a una declaración presidencial sobre una conflictiva papelera: «Lo que queda por saber ahora es el tema de cuándo empieza a funcionar [la fábrica]». [Una vez más, la frase «el tema de» es palabras, palabras, palabras...]
Mostrando que ya se hacen grietas en la prensa escrita, se halló lo siguiente:
- El diario decano de la prensa limeña dice en un subtítulo: «El tema del 50% de toros nacionales» [La exigencia].
- Para no quedarse atrás, el diario chileno más venerable dice: «No hay temas pendientes respecto a [asuntos de límites]»; y en otra página de la misma edición: «[ya ha tenido] vinculación con el tema Fujimori»
Para cerrar esta lista, hace pocas semanas, el guachimán esperaba a un colega en Buenos Aires, quien llamó por teléfono: «Estoy algo atrasado, por el tema de la lluvia.» Y al día siguiente, recibió una respuesta automática de correo electrónico, que decía: «I will be out of the office starting XX/YY/2007 and will not return until ZZ/WW/2007. / Si el tema es urgente favor comunicarse con [...]».
Cada loco con su tema
Para terminar, algunas otras frases sueltas escuchadas en las últimas visitas del guachimán en sus trotes sudamericanos, que se ofrecen para solaz y esparcimiento de los lectores, que pueden remplazar «tema» o «temas» por otras palabras o, incluso, ver los casos en los que se puede omitir «tema» sin problemas.
- «el tema de los penales»
- «el tema del urocultivo»
- «el tema de la transición del mando»
- «Ustedes estaban en el tema de la madera»
- «el tema catering es muy importante» (en los servicios que el Perú vende a Chile)
- «En el tema del turismo, Chile es el principal en el Perú»
- «cuatro temas: el del turismo, el de agroindustriales, ...»
- «He estado incluso viendo el tema de pedir licencia»
- «Hay otros temas que requieren liderazgo; por ejemplo, la tugurización...»
Y acá se llega al fin del tema «tema».
* * *
Notas
1 Si bien tema es una de esas pocas palabras castellanas de género masculino terminadas en a, tiene dos otras acepciones aceptadas de género femenino, de uso rarísimo. El Diccionario de la Real Academia (edición 22, versión electrónica, 2003) consigna lo siguiente:
tema. (Del lat. thema, y este del gr. Θέμα).
1. m. Proposición o texto que se toma por asunto o materia de un discurso.
2. m. Este mismo asunto o materia.
3. m. Asunto general que en su argumento desarrolla una obra literaria. El tema de esta obra son los celos.
4. m. Cada una de las unidades de contenido en que se divide un programa de estudios o de una oposición, o un libro de texto.
5. m. Gram. Cada una de las formas que, en ciertas lenguas, presenta un radical para recibir los morfemas de flexión; p. ej., cab-, cup- y quep- son los temas correspondientes al verbo caber.
6. m. Mús. Trozo pequeño de una composición, con arreglo al cual se desarrolla el resto de ella y, a veces, la composición entera.
7. m. Mús. Principal elemento de una fuga.
8. f. Actitud arbitraria y no razonada en que alguien se obstina contra algo o alguien.
9. f. Idea fija que suelen tener los dementes.
2 El asunto es que la palabra «tema» se ha vuelto un problema. O también: La vaina es que la palabra «tema» se ha vuelto una vaina.